Hijos e Hijas de Dios

No respondamos a la injuria, 17 de mayo Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente. 1 Pedro 2:23. https://ift.tt/HcVdkN4 Cuán a menudo sentimos que se nos ha tratado injustamente, y que se han dicho cosas falsas de nosotros, y que se nos ha presentado bajo una luz mentirosa ante los demás. Cuando se nos prueba de ese modo, necesitamos mantener un dominio estricto sobre nuestro espíritu y nuestras palabras. Necesitamos tener el amor de Cristo para no albergar un espíritu implacable. No pensemos que a menos que los que nos han ofendido confiesen sus errores estaremos justificados si no los perdonamos. No debiéramos acumular agravios, manteniéndolos en el corazón hasta que el que pensamos que es culpable humille su corazón mediante el arrepentimiento y la confesión... Por más dolorosamente que se nos haya herido, no debiéramos atesorar nuestros agravios y simpatizar con nosotros mismos por causa de las ofensas que se nos han inferido, sino que de la misma manera como esperamos que se nos perdonen nuestras ofensas a Dios, así debemos perdonar a los que nos han hecho mal... Jesús nos ha dado ejemplo para que sigamos sus pisadas, y manifestemos compasión, amor y buena voluntad hacia todos. Cultivemos un espíritu amable, un espíritu de tolerancia, y un amor tierno y benevolente hacia aquellos que, bajo la tentación, han cometido contra nosotros errores agraviantes. Si es posible, curemos esas heridas, y cerremos la puerta de la tentación quitando toda barrera que haya erigido entre él y nosotros el que haya obrado mal... El Señor se deleita en derramar sus bendiciones sobre aquellos que quieren honrarlo, que quieren reconocer su misericordia, que revelan que aprecian su amor hacia ellos manifestando las mismas características llenas de gracia a los que los rodean.—The Youth’s Instructor, 1 de junio de 1893.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374