Saturday, May 17 En los Salmos: Primera parte Comentarios Elena G.W https://ift.tt/v3YatUZ El Nuevo Testamento nos abre la rica trascendencia de la historia del Antiguo Testamento. Alabado sea el Señor, oh alma mía. Debemos escudriñar cuidadosamente el Antiguo Testamento, pues es un tesoro de conocimiento. En la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud egipcia, la columna de nube estuvo sobre aquel pueblo en movimiento, denominado, como una sombra de día durante cuarenta años. Por la noche esa nube se encendió sobre ellos, testificando que Cristo, la Luz del mundo, iba a ser su fortaleza y su maestro y su líder… y ahora necesitamos ponernos toda la armadura, para que cualquier cosa que pueda surgir estemos preparados, mediante el poder impartido de Dios, para saber cómo enfrentar cada emergencia. Debemos tener presentes constantemente las palabras de Cristo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas”. Juan 8:12. Tenemos la Palabra de la historia del Antiguo y del Nuevo Testamento. Confía en Dios. Cristo es la Verdad, el Alfa de la historia del Antiguo Testamento, y todos sus tesoros son revelados con claridad e importancia por la historia del Nuevo Testamento. Algunos dicen que la historia del Antiguo Testamento es la luz de la luna, la del Nuevo Testamento es la luz del sol. Al leer la historia del Antiguo Testamento no puedo decir esto. Su salida está preparada como la mañana. Cristo brilla como el camino, la verdad y la vida tanto en la historia del Antiguo Testamento como en la del Nuevo. Su instrucción a Israel desde el Monte Sinaí es la misma luz poderosa que se expresó en sus enseñanzas cuando se reveló en persona como el gran Maestro, el Hijo del Dios Infinito. Todas sus palabras son certeza y verdad (Manuscrito 142, 1904, párr. 7-9). El tema central de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los demás del Libro, es el plan de la redención, la restauración de la imagen de Dios en el alma humana. Desde la primera insinuación de esperanza que se hizo en la sentencia pronunciada en el Edén, hasta la gloriosa promesa del Apocalipsis: “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (Apocalipsis 22:4), el propósito de cada libro y pasaje de la Biblia es el desarrollo de este maravilloso tema: La elevación del hombre, el poder de Dios, “que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 15:57. Allí contemplamos la Majestad de los cielos tal como se humilló para hacerse nuestro sustituto y garante, para luchar a solas con las potestades de las tinieblas y obtener la victoria en favor de nosotros. Una reverente contemplación de estos temas no puede menos que suavizar, purificar y ennoblecer el corazón, y al mismo tiempo inspirar a la mente nueva fortaleza y vigor (The Signs of the Times, 18 de abril, 1906, “Our Great Treasure-House”, párr. 1; parcialmente en La educación, p. 125).
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