Sunday, May 25 «Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» Comentarios Elena G.W https://ift.tt/RdMrVNH En todos los que reciben la preparación divina, debe revelarse una vida que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o prácticas; y cada uno necesita tener experiencia personal en cuanto a obtener el conocimiento de la voluntad de Dios. Debemos oírle individualmente hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces quedan acalladas, y en la quietud esperamos delante de él, el silencio del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmo 46.10. Solamente allí puede encontrarse verdadero descanso. Y esta es la preparación eficaz para todo trabajo que se haya de realizar para Dios. Entre la muchedumbre apresurada y el recargo de las intensas actividades de la vida, el alma que es así refrigerada quedará rodeada de una atmósfera de luz y de paz. La vida respirará fragancia, y revelará un poder divino que alcanzará a los corazones humanos (El Deseado de todas las gentes, p. 331). Oh, que el alma se quebrante por el anhelo que tiene de Dios. Ejercita la fe que no perderá su asidero en Dios. Que el cansado y agobiado venga a Cristo. Clama en voz alta por el Consolador. Que los cansados e incrédulos se acerquen a Dios, y él se acercará a ellos. Aferraos a Dios con fe ferviente y perseverante (Carta 96, 1901, párr. 13). Durante la vida de Jesús en la tierra, Él dijo frecuentemente a sus discípulos: “Seguidme”. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Lucas 9:23. Ciertamente nos encontraremos con obstáculos en nuestro camino, pero debemos seguir adelante con valentía y sin quejarnos. El Señor es bueno. Él es una ayuda oportuna en tiempos de angustia. Si le contamos al Señor todos nuestros problemas y creemos en su Palabra, él escuchará y responderá a nuestra oración. Nos invita a acudir a él. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Mateo 7:7. La tesorería está llena. Podemos sacar de ella continuamente. Nunca se agotará. ¿Se cansa alguna vez el Señor de nuestras oraciones? No, no. Cuando lo importunamos con fervor de corazón, él escucha. Nos dirá: “Heme aquí”. Isaías 58:9. Nunca debemos desanimarnos. Si tuviéramos que depender de nosotros mismos para obrar nuestra salvación, deberíamos desconfiar de nosotros mismos y estar llenos de perplejidades. Pero esta carga no nos ha sido impuesta. Escuchad y comprended esta preciosísima invitación dada a todo ser humano: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30. ¿No diremos individualmente: “Por la gracia de Dios, cumpliré las condiciones”? (Carta 14, 1902, párr. 13, 14).
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