Cada Día con Dios

Oración perseverante, 11 de junio Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. 1 Pedro 5:8. https://ift.tt/upb5ZF4 ¡Qué astuto es el diablo contra el cual tenemos que luchar! Sólo Cristo es suficientemente poderoso y capaz de contrarrestar su poder; por lo tanto, debemos tener a Jesús con nosotros cada momento. Estamos sumidos en un sopor, como estúpidos, y no percibimos las artimañas, los lazos y las trampas de Satanás, que tiende ante los pies de los incautos. Por lo tanto, debemos saber cómo avanzar, para que cada movimiento que hagamos sea hecho en Dios. El yo no se debe hacer oír. La destrucción de las almas es la tarea específica de Satanás y de sus colaboradores aquí en la tierra. La salvación de las almas es la tarea de todos los seguidores de Cristo, por débiles que sean. Cuando los intereses egoístas [de alguien] tienen prioridad y la salvación de las almas ocupa un segundo lugar, si es que lo ocupa, esa persona está trabajando de parte de Satanás, porque precisamente sus pretensiones son una trampa que induce a los demás a apartarse de la senda, para que no le den el primer lugar al reino de Dios y su justicia. Satanás les da el impulso inicial a todos esos obreros. La salvación de las almas siempre debe ocupar el primer lugar, porque Satanás es un león rugiente que busca a quién devorar. Debemos arrebatar las almas que van por su senda. Debemos tener visión, discernimiento y fe, y trabajar como para salvar a alguien que está en peligro de perder la vida, teniendo en cuenta que cualquier descuido de nuestra parte puede acarrear su muerte. Quiera Dios enseñarnos a comprender lo que es la obra misionera, y cómo podemos dedicarnos a ella. Cada misionero debería pertenecer plenamente al Señor, y avanzar con vigor para lograr la perfección del carácter cristiano. La norma de la piedad debe ser puesta bien en alto. Se debe sacrificar toda clase de idolatría. Hay que salvar las almas, las preciosas almas... Cierto hombre, cuando la Iglesia de Escocia estaba tomando algunas decisiones que implicaban el abandono de algunos principios de su fe, al dejar a un lado algunas de sus firmes normas, se decidió a no ceder nunca ni en una jota ni en un tilde. Se arrodilló delante de Dios y suplicó: “¡Dame Escocia, si no, muero!” Su oración importuna fue escuchada. ¡Oh, si se pudiera escuchar por todas partes la ferviente oración de fe: Dame las almas sepultadas ahora debajo de la basura del error, si no, muero! Traigámoslas al conocimiento de la verdad tal como lo es en Jesús.—Carta 20, del 11 de junio de 1883, dirigida a W. C. White.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374