Cada Día con Dios

Dios es una persona, 21 de septiembre Por fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Hebreos 11:3. https://ift.tt/CEaqWUD Todo el mundo natural da testimonio de las obras del Dios viviente. La naturaleza es nuestro libro de texto, que nos ha dado Dios, el Creador de todas las cosas. No debemos adjudicar el nombre de Dios a las cosas de la naturaleza. Manifiestan su carácter, pero no son Dios. Por medio de las cosas creadas podemos comprender a Dios, su amor, su poder y su gloria, pero existe el gran peligro de que los hombres adoren a la naturaleza como si fuera Dios. La habilidad humana produce excelentes ejemplos de hermosa artesanía, que deleitan los ojos y que nos dan una idea de su autor, pero la cosa creada no es el hombre. No es el objeto lo que se debe exaltar, sino que se debe apreciar al que lo diseñó. Lo mismo ocurre en la naturaleza. El poder de Dios se manifiesta constantemente como una fuerza capaz de realizar milagros, para que la familia humana, muy por encima y más allá de las cosas creadas, pueda saber que él creó a ese ser que llamamos hombre, como asimismo todas las bellezas del mundo natural. Está muy difundida la idea en nuestro mundo de hoy, en el sentido de que el Creador no es un ser personal. Dios es un ser; y el hombre fue creado a su imagen. Cuando el Señor lo creó a su imagen, el hombre era perfecto en todo sentido, pero no tenía vida. Entonces un Dios personal y que existe por sí mismo sopló en esa forma el aliento vital, y el hombre llegó a ser un ser viviente, inteligente y que respiraba. Todas las piezas de la maquinaria humana se pusieron en movimiento. Se sometió a las leyes físicas el corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, las percepciones mentales y los sentidos. Entonces el hombre llegó a ser alma viviente. Por medio de Cristo, Dios, no un efluvio, no algo intangible, sino un Dios personal, creó al hombre y lo dotó de inteligencia y de poder... El Señor es un Dios personal y viviente. Un Salvador personal y viviente vino a este mundo para anular los efectos de las torcidas insinuaciones y las tergiversaciones serpentinas de Satanás.—Manuscrito 117, del 21 de septiembre de 1898, “Un Dios personal”.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374