Carácteres muy parecidos, 18 de abril
Números 23.
Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Lucas 12:15.{CV 114.1}
La maldición que no se le permitió a Balaam pronunciar contra el pueblo de Dios, él al fin consiguió atraerla sobre dicho pueblo arrastrándolo al pecado.—El Conflicto de los Siglos, 584.{CV 114.2}
Balaam presenció el éxito de su plan diabólico. Vio cómo caía la maldición de Dios sobre su pueblo y cómo millares eran víctimas de sus juicios; pero la justicia divina que castigó el pecado de Israel no dejó escapar a los tentadores. En la guerra de Israel contra los madianitas, Balaam fue muerto...{CV 114.3}
La suerte de Balaam se asemejó a la de Judas, y los caracteres de ambos son muy parecidos. Trataron de reunir el servicio de Dios y el de Mammón, y fracasaron completamente. Balaam reconocía al verdadero Dios y profesaba servirle; Judas creía en Cristo como el Mesías y se unió a sus discípulos. Pero Balaam esperaba usar el servicio de Jehová como escalera para alcanzar riquezas y honores mundanos; al fracasar en esto, tropezó, cayó y se perdió. Judas esperaba que su unión con Cristo le asegurase riquezas y elevación en aquel reino terrestre que, según creía, el Mesías estaba por establecer. El fracaso de sus esperanzas le empujó a la apostasía y a la perdición. Tanto Balaam como Judas recibieron mucha iluminación espiritual y ambos gozaron de grandes prerrogativas; pero un solo pecado que ellos abrigaban en su corazón, envenenó todo su carácter y causó su destrucción...{CV 114.4}
Un solo pecado que se conserve irá depravando el carácter, y sujetará al mal deseo todas sus facultades más nobles. La eliminación de una sola salvaguardia de la conciencia, la gratificación de un solo hábito pernicioso, una sola negligencia con respecto a los altos requerimientos del deber, quebrantan las defensas del alma y abren el camino a Satanás para que entre y nos extravíe. El único procedimiento seguro consiste en elevar diariamente con corazón sincero la oración que ofrecía David: “Sustenta mis pasos en tus caminos, porque mis pies no resbalen”. Salmos 17:5; Historia de los Patriarcas y Profetas, 481, 482.*{CV 114.5}
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