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El servicio público exige una integridad estricta

El servicio público exige una integridad estricta, 14 de junio
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la sidra; no sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los afligidos. Proverbios 31:4, 5.{SSJ 172.1}
Las personas intemperantes no debieran ser colocadas en situaciones de confianza por el voto del pueblo. Su influencia corrompe a otros, y graves responsabilidades están en juego. Con cerebro y nervios nublados por el tabaco y los estimulantes, ellos hacen una ley de su propia naturaleza, y cuando se disipa la influencia inmediata [de los estimulantes o licores] se produce un colapso. Con frecuencia la vida humana se encuentra en la balanza; de la decisión de los que ocupan esos cargos de confianza dependen la vida y la libertad, o la prisión y la angustia. Cuán necesario es que todos los que tienen parte en esas transacciones sean personas probadas, personas de cultura propia, personas honradas y veraces, de firme integridad, que desprecien el cohecho, que no permitan que su juicio o sus convicciones acerca de lo correcto sean torcidos por la parcialidad o el prejuicio.{SSJ 172.2}
Así dice Jehová: “No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito. De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío. No recibirás presente; porque el presente ciega a los que lo ven, y pervierte las palabras de los justos”. Éxodo 23:6-8.{SSJ 172.3}
Solamente los hombres y las mujeres estrictamente temperantes e íntegros debieran ser admitidos en nuestras cámaras legislativas y elegidos para presidir en nuestros tribunales. La propiedad, la reputación y aun la vida misma están inseguras, libradas al juicio de los que son intemperantes e inmorales. ¡Cuántas personas inocentes han sido condenadas a muerte, a cuántas más se las ha privado de todas sus posesiones terrenales por la injusticia de jurados, abogados, testigos y aun jueces adictos a la bebida!...{SSJ 172.4}
Hoy se necesitan personas que sean como Daniel, personas que posean la abnegación y el valor de ser reformadores radicales en favor de la temperancia. Que todo cristiano comprenda que su ejemplo y su influencia deben estar del lado de la reforma. Sean los ministros del evangelio fieles en instruir y amonestar al pueblo. Y recordemos todos que nuestra felicidad en los dos mundos depende del progreso que hayamos hecho en uno.—La Temperancia, 42, 43, 210, 211.{SSJ 172.5}
https://egwwritings.org/?ref=es_SSJ.159

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