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Conexión viviente con el Dios viviente, 17 de febrero https://ift.tt/wWE0qlo Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 1 Corintios 3:9. Debemos tener una dependencia viviente del Dios viviente. Cuando hay una conexión vital con el Dios vivo, Cristo mora en el corazón mediante una fe viva, y el instrumento humano obra en armonía con la vida de Cristo. El cambiará nuestra vida y carácter de tal manera que hablemos las palabras de Cristo y revelemos su carácter. Y si nos sobrevienen pruebas, no manifestaremos un espíritu rebelde. Estas se nos presentarán cuando veamos opresión y aspereza, y cuando se coloquen sobre nosotros cargas que consideramos injustas y nos sintamos tentados a permitir que se manifieste el yo. Dejamos que el yo se yerga, cuando lo que debemos hacer es colocar las pruebas en el lugar que les corresponde. ¿Y cuál es ese lugar? Cristo dice a todo el que se siente cargado y cansado: “Venid a mí”. ¿Para qué? “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. A pesar de lo abrumador del conflicto a través del cual tengamos que pasar, si aceptamos la verdad de origen celestial, habrá mansedumbre y humildad en todo lo que hagamos. Ocúltense en Cristo Jesús. Nuestra vida y carácter deben estar escondidos con Cristo en Dios, por lo tanto no debemos permitirnos que cualquier impulso instintivo controle nuestras palabras o acciones, sino que debemos mantener siempre delante de nosotros el ejemplo del Salvador y hacer exactamente lo que Jesús habría hecho bajo circunstancias similares. No debemos ser vengativos. Necesitamos comprender claramente la obra que está delante de nosotros. Es una obra de misericordia, una obra de amor, una obra semejante a la de Cristo... El dice que un hombre pudiente partió lejos y a cada uno dio su tarea. El instrumento humano debe cooperar con el divino. A cada uno se le ha dado una obra y ésta es la de Cristo. No es la obra del hombre. Este no debe sentir que todo lo que tiene que hacer es atenderse a sí mismo. No, hay un campo más amplio. Debe ocuparse “hasta que yo vuelva”. ¿Ocuparse en qué? En ser obrero juntamente con Dios. Por lo tanto, es de la mayor importancia que comprendamos claramente qué significa ser obreros juntamente con Dios. Debemos estar imbuidos del Espíritu de Cristo. No debemos trabajar con Dios simplemente sobre la base de nuestro intelecto o educación. No podemos comprar la gracia de Dios con el dinero; tampoco podemos comprarla con la elocuencia, ni con el poder de nuestro intelecto; todo es de Dios... Debemos trabajar usando la mayor sabiduría y sentido de responsabilidad que tengamos, permitiendo que nuestra luz brille a través de nosotros sobre los que nos rodean, y al hacerlo estaremos haciendo la obra de Dios.—Manuscrito 11, del 17 de febrero de 1894; Isaías 58.

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