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Sabbath School


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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/BofXdV7 [Pablo] estaba en una posición desde donde hubiera podido fácilmente decir algo que irritara a sus orgullosos oyentes y lo metiera en dificultad. Si su discurso hubiera sido un ataque directo contra sus dioses y los grandes hombres de la ciudad, hubiera estado expuesto a sufrir la suerte de Sócrates. Pero con un tacto nacido del amor divino, apartó cuidadosamente sus mentes de las deidades paganas, y les reveló el Dios verdadero, que era desconocido para ellos (Los hechos de los apóstoles, p. 241). [C]on palabras tomadas de un poeta suyo pintó al Dios infinito como a un Padre cuyos hijos eran. “En él vivimos, y nos movemos, y somos —declaró—; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de este somos también, Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres… Al hablar Pablo de la resurrección de los muertos, “unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto otra vez”… Entre los que escucharon las palabras de Pablo había algunos en cuyas mentes produjeron convicción las verdades presentadas; pero no quisieron humillarse para reconocer a Dios y aceptar el plan de la salvación. Ninguna elocuencia de palabras, ni fuerza de argumentos, puede convertir al pecador. Solo el poder de Dios puede aplicar la verdad al corazón. El que se aparta persistentemente de este poder no puede ser alcanzado. Los griegos buscaban sabiduría; sin embargo, el mensaje de la cruz era locura para ellos porque estimaban su propia sabiduría más que la que viene de lo alto (Los hechos de los apóstoles, pp. 194, 195). La promesa de Dios es: “Me buscaréis y me hallaréis cuando me buscareis de todo vuestro corazón”. Jeremías 29:13. Debemos dar a Dios todo el corazón, o no se realizará el cambio que se ha de efectuar en nosotros, por el cual hemos de ser transformados conforme a la semejanza divina. Por naturaleza estamos enemistados con Dios. El Espíritu Santo describe nuestra condición en palabras como estas: “Muertos en las transgresiones y los pecados” (Efesios 2:1), “la cabeza toda está ya enferma, el corazón todo desfallecido,” “no queda ya en él cosa sana”. Isaías 1:5, 6. Nos sujetan firmemente los lazos de Satanás, “por el cual” hemos “sido apresados, para hacer su voluntad”. 2 Timoteo 2:26. Dios quiere sanarnos y libertarnos. Pero como esto exige una transformación completa y la renovación de toda nuestra naturaleza, debemos entregarnos a él completamente (El camino a Cristo, p. 43). [C]ada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, p. 62).
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