A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
La señal de Dios, 24 de julio Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Ezequiel 20:20. https://ift.tt/bNHoBwS ¿Cómo distinguiremos a los verdaderos siervos de Dios de los falsos profetas que Cristo dijo que surgirían para engañar a muchos? Hay una sola prueba del carácter: la ley de Jehová. Los israelitas colocaron sobre sus puertas una señal de sangre para mostrar que eran propiedad de Dios. Así también los hijos de Dios de esta época deberán llevar la señal que Dios ha provisto. Estarán en armonía con la ley de Dios. Sobre cada uno de los hijos de Dios se coloca una señal tan ciertamente como se colocó una señal en las puertas de las moradas hebreas para preservar de la ruina a sus miembros. Dios declara: “Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos”. Ezequiel 20:12. No necesitamos ser engañados. El gran conflicto que ahora se riñe no es meramente una contienda de hombre contra hombre. De un lado se halla el Príncipe de la vida, actuando como el sustituto y garantía del hombre; del otro, el príncipe de las tinieblas, con los ángeles caídos bajo sus órdenes. Habrá un serio conflicto entre los que son leales a Dios y los que se burlan de su ley. La iglesia ha unido sus manos con las del mundo. La reverencia hacia la ley de Dios ha sido trastornada. Los dirigentes religiosos están enseñando como doctrina los mandamientos de los hombres. Como era en los días de Noé, así es en esta época. Pero la difusión de la deslealtad y la transgresión, ¿hará que los que respetan la ley de Dios la respeten menos y se unan con los poderes mundanos que procuran invalidarla? Los que son verdaderamente leales no serán arrastrados por la corriente del mal. No arrojarán burla y desprecio sobre lo que Dios ha apartado como santo. Cada uno es sometido a prueba. Hay solamente dos lados. ¿En cuál de ellos estáis vosotros?—The Review and Herald, 6 de febrero de 1900.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374