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El Cristo Triunfante


El Cristo Triunfante
Jesús nos dio el ejemplo de cómo podemos vencer a Satanás, 24 de julio “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. 2 Timoteo 3:16, 17. https://ift.tt/BpFtu0v En el desierto, Cristo enfrentó y derrotó las grandes tentaciones que asaltarían al hombre. Su triunfo sobre el apetito, la presunción y el mundo nos demuestra cómo podemos vencer. Satanás ha derrotado a millones tentándolos a la complacencia del apetito y condujo a muchos a claudicar ante los pecados de la presunción. Hay muchos que profesan ser seguidores de Cristo, reclamando por fe que se los aliste en la contienda contra toda clase de maldad; aunque movidos por apenas un pensamiento, se zambullen en escenas de tentación que requerirían un milagro para sacarlos de allí sin mancha. La meditación y la oración los hubieran preservado y conducido a evitar posiciones peligrosas en las que se han colocado y que le han dado ventajas a Satanás sobre ellos. Las promesas de Dios no son para que las reclamemos imprudentemente con el fin de protegernos mientras corremos temerariamente hacia el peligro, violando las leyes de la naturaleza, o desentendiéndonos de la prudencia y del juicio que Dios nos ha dado. Esto no sería una fe genuina, sino presunción. A Cristo le fueron presentados los tronos y reinos mundanales y toda la gloria de ellos. Nunca han de asaltarnos tentaciones tan poderosas como las que afligieron al Señor. Satanás acude a nosotros con honores mundanos, riquezas y los placeres de la vida. Estas tentaciones son variadas, para adaptarlas a hombres de toda categoría y condición, con el propósito de tentarlos y alejarlos de Dios, para que se sirvan ellos mismos más que a su Creador. “Todo esto te daré, si postrado me adorares”, le dijo Satanás a Cristo. Y Satanás le dice al hombre: “Todo esto te daré”. “Todo este dinero, toda esta tierra, todo este poder, y honor, y riquezas te daré”; y el hombre queda encantado, engañado, y traidoramente arrastrado a su ruina. Si nos entregamos a la mundanalidad del corazón y de la vida, Satanás estará satisfecho. El Salvador derrotó al artero enemigo demostrándonos así cómo podemos vencer. Él nos dió su ejemplo: rechazar a Satanás con las Escrituras. Jesús pudo haber recurrido a su poder divino o haber empleado sus propias palabras, pero su ejemplo no hubiese sido útil para nosotros. Cristo sólo empleó las Escrituras. Cuán importante es que la Palabra de Dios sea estudiada y obedecida con integridad, para que ante una emergencia estemos capacitados “para toda buena obra” y fortalecidos para enfrentar al enemigo.—Carta 1a, 1872.
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