Sabbath School
WEDNESDAY, JULY 24 La lámpara y la cesta Comentarios Elena G.W par ala Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/Vwnpi1F @seguidores @destacar Al enseñar al pueblo, Jesús creaba interés en sus lecciones y retenía la atención de sus oyentes mediante frecuentes ilustraciones sacadas de las escenas de la naturaleza que los rodeaba… El Salvador miró al grupo que lo acompañaba, luego al sol naciente, y dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”. Así como sale el sol en su misión de amor para disipar las sombras de la noche y despertar el mundo, los seguidores de Cristo también han de salir para derramar la luz del cielo sobre los que se encuentran en las tinieblas del error y el pecado. En la luz radiante de la mañana se destacaban claramente las aldeas y los pueblos en los cerros circundantes, y eran detalles atractivos de la escena. Señalándolos, Jesús dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Luego añadió: “Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa”. La mayoría de los oyentes de Cristo eran campesinos o pescadores, en cuyas humildes moradas había un solo cuarto, en el que una sola lámpara, desde su sitio, alumbraba a toda la casa. “Así —dijo Jesús— alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 35, 36). Dios le ha dado luz no para que la esconda bajo un cajón, sino para que la coloque en un candelero, de modo que se beneficien todos los de la casa. Es necesario que su luz brille ante otros, para iluminar las almas por las cuales Cristo murió. La gracia de Dios reinará en su corazón, y colocará su mente y pensamientos en sujeción a Jesús y sería un hombre poderoso del lado de Cristo y de la verdad. Ganar almas debiera constituir la obra de la vida de todo aquel que profesa seguir a Cristo. Somos deudores ante el mundo por la gracia que Dios nos ha dado, por la luz que ha brillado sobre nosotros, y por la belleza y el poder que hemos descubierto en la verdad (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 55, 56). En todas nuestras transacciones comerciales debemos dejar que la luz resplandezca decididamente. No debe haber prácticas dudosas. Todo debe ser hecho con estricta integridad. Consentid mejor en perder algo financieramente que en ganar algunos centavos mediante procedimientos objetables. No perderemos nada al final si obramos correctamente. Debemos vivir la ley de Dios en nuestro mundo, y perfeccionar un carácter de acuerdo con la similitud divina. Todos los negocios, ya sea con aquellos que tienen nuestra fe como con los que no la profesan, deben ser realizados de acuerdo con principios claros y rectos. Todo debe verse a la luz de la ley de Dios. Todo debe realizarse sin fraude, sin duplicidad, sin una mancha de engaño. “Abominación son a Jehová las pesas falsas” (Hijos e hijas de Dios, p. 187).
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WEDNESDAY, JULY 24 La lámpara y la cesta Comentarios Elena G.W par ala Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/Vwnpi1F @seguidores @destacar Al enseñar al pueblo, Jesús creaba interés en sus lecciones y retenía la atención de sus oyentes mediante frecuentes ilustraciones sacadas de las escenas de la naturaleza que los rodeaba… El Salvador miró al grupo que lo acompañaba, luego al sol naciente, y dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”. Así como sale el sol en su misión de amor para disipar las sombras de la noche y despertar el mundo, los seguidores de Cristo también han de salir para derramar la luz del cielo sobre los que se encuentran en las tinieblas del error y el pecado. En la luz radiante de la mañana se destacaban claramente las aldeas y los pueblos en los cerros circundantes, y eran detalles atractivos de la escena. Señalándolos, Jesús dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Luego añadió: “Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa”. La mayoría de los oyentes de Cristo eran campesinos o pescadores, en cuyas humildes moradas había un solo cuarto, en el que una sola lámpara, desde su sitio, alumbraba a toda la casa. “Así —dijo Jesús— alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 35, 36). Dios le ha dado luz no para que la esconda bajo un cajón, sino para que la coloque en un candelero, de modo que se beneficien todos los de la casa. Es necesario que su luz brille ante otros, para iluminar las almas por las cuales Cristo murió. La gracia de Dios reinará en su corazón, y colocará su mente y pensamientos en sujeción a Jesús y sería un hombre poderoso del lado de Cristo y de la verdad. Ganar almas debiera constituir la obra de la vida de todo aquel que profesa seguir a Cristo. Somos deudores ante el mundo por la gracia que Dios nos ha dado, por la luz que ha brillado sobre nosotros, y por la belleza y el poder que hemos descubierto en la verdad (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 55, 56). En todas nuestras transacciones comerciales debemos dejar que la luz resplandezca decididamente. No debe haber prácticas dudosas. Todo debe ser hecho con estricta integridad. Consentid mejor en perder algo financieramente que en ganar algunos centavos mediante procedimientos objetables. No perderemos nada al final si obramos correctamente. Debemos vivir la ley de Dios en nuestro mundo, y perfeccionar un carácter de acuerdo con la similitud divina. Todos los negocios, ya sea con aquellos que tienen nuestra fe como con los que no la profesan, deben ser realizados de acuerdo con principios claros y rectos. Todo debe verse a la luz de la ley de Dios. Todo debe realizarse sin fraude, sin duplicidad, sin una mancha de engaño. “Abominación son a Jehová las pesas falsas” (Hijos e hijas de Dios, p. 187).
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