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A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
De la derrota a la victoria, 21 de agosto Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. Santiago 5:16. https://ift.tt/vLtQhPR Todos estamos propensos a cometer errores. Por lo tanto, la Palabra de Dios nos dice llanamente cómo corregir y remediar esas faltas. Nadie puede decir que nunca comete un error, que jamás ha pecado; pero es importante considerar qué habéis hecho con esos errores. El apóstol Pablo cometió ofensivas faltas, pensando todo el tiempo que servía a Dios, pero cuando el Espíritu del Señor le mostró las cosas iluminadas por la luz verdadera, confesó sus males, y reconoció la gran misericordia de Dios manifestada al perdonar su transgresión. Vosotros también podéis haber cometido errores, pensando que estábais en lo correcto, pero cuando el tiempo muestre vuestro error, entonces es vuestro deber humillaros y confesar vuestro pecado. Cualquiera sea el carácter de vuestro pecado, confesadlo. Si lo habéis cometido únicamente contra Dios, confesadlo sólo a él. Si habéis dañado u ofendido a otros, confesadlo también a ellos, y la bendición del Señor reposará sobre vosotros. Así es como moriréis al yo, y Cristo se formará en vosotros. Cuando los hombres, tentados por Satanás, cometen faltas, y sus palabras y comportamiento no son cristianos, tal vez no vean su condición, porque el pecado es engañador, y tiende a amortecer las percepciones morales. Pero mediante el examen de sí mismos, la investigación de las Escrituras y la humilde oración, con la ayuda del Espíritu Santo, serán capacitados para ver su error. Si entonces confiesan sus pecados y los abandonan, el tentador no les parecerá como ángel de luz, sino como un engañador. Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores.—The Review and Herald, 16 de diciembre de 1890.
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