Cada Día con Dios
Cristo es el camino, 20 de septiembre Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Juan 14:8, 9. https://ift.tt/rBvdUM0 No podríamos encontrar a Dios si lo buscáramos. En cambio, él se ha revelado en el carácter de Cristo, que es el resplandor de la gloria del Padre, y la expresa imagen de su persona. Si queremos conocer a Dios, debemos ser semejantes a Cristo... Quien no trate de acercarse cada día más a Cristo no podrá conocer el carácter de Dios. El vivir una vida pura por fe en Cristo como Salvador personal le da al creyente un concepto más claro y elevado de Dios. Nadie, cuyo carácter no sea noble y semejante al de Cristo, puede representar a Dios en forma correcta. Puede predicar acerca de él, pero sus oyentes no verán que Cristo sea un huésped permanente en su corazón... Los que participan del amor de Cristo al aceptar la verdad, darán evidencias de ello al hacer esfuerzos fervientes y abnegados para dar el mensaje de Dios a los que se encuentran en error. De esa manera se convierten en colaboradores de Cristo. El amor a Dios y el amor mutuo unen las almas a Cristo con los áureos eslabones del amor. El alma se une a él mediante un vínculo santo y elevado. La verdadera santificación une a los creyentes a Cristo y a los unos con los otros mediante lazos de tierna simpatía. Esta unión permite que fluyan continuamente del corazón ricas corrientes de amor cristiano que vuelven a surgir en amor mutuo. Las cualidades esenciales que todos debemos poseer son las que señalaron la perfección del carácter de Cristo: su amor, su paciencia, su generosidad y su bondad... Es el mayor y más fatal de los engaños suponer que alguien tenga fe en la vida eterna sin manifestar un amor por sus hermanos que sea semejante al de Cristo. Quien ame a Dios y a su prójimo está lleno de luz y amor. Dios está en él al mismo tiempo que lo envuelve. Los cristianos aman a los que están en torno de ellos como almas preciosas por las cuales Cristo murió. El cristiano sin amor no existe; “porque Dios es amor”.—Manuscrito 133, del 20 de septiembre de 1899, “La importancia de la ley de Dios”.
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Cristo es el camino, 20 de septiembre Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Juan 14:8, 9. https://ift.tt/rBvdUM0 No podríamos encontrar a Dios si lo buscáramos. En cambio, él se ha revelado en el carácter de Cristo, que es el resplandor de la gloria del Padre, y la expresa imagen de su persona. Si queremos conocer a Dios, debemos ser semejantes a Cristo... Quien no trate de acercarse cada día más a Cristo no podrá conocer el carácter de Dios. El vivir una vida pura por fe en Cristo como Salvador personal le da al creyente un concepto más claro y elevado de Dios. Nadie, cuyo carácter no sea noble y semejante al de Cristo, puede representar a Dios en forma correcta. Puede predicar acerca de él, pero sus oyentes no verán que Cristo sea un huésped permanente en su corazón... Los que participan del amor de Cristo al aceptar la verdad, darán evidencias de ello al hacer esfuerzos fervientes y abnegados para dar el mensaje de Dios a los que se encuentran en error. De esa manera se convierten en colaboradores de Cristo. El amor a Dios y el amor mutuo unen las almas a Cristo con los áureos eslabones del amor. El alma se une a él mediante un vínculo santo y elevado. La verdadera santificación une a los creyentes a Cristo y a los unos con los otros mediante lazos de tierna simpatía. Esta unión permite que fluyan continuamente del corazón ricas corrientes de amor cristiano que vuelven a surgir en amor mutuo. Las cualidades esenciales que todos debemos poseer son las que señalaron la perfección del carácter de Cristo: su amor, su paciencia, su generosidad y su bondad... Es el mayor y más fatal de los engaños suponer que alguien tenga fe en la vida eterna sin manifestar un amor por sus hermanos que sea semejante al de Cristo. Quien ame a Dios y a su prójimo está lleno de luz y amor. Dios está en él al mismo tiempo que lo envuelve. Los cristianos aman a los que están en torno de ellos como almas preciosas por las cuales Cristo murió. El cristiano sin amor no existe; “porque Dios es amor”.—Manuscrito 133, del 20 de septiembre de 1899, “La importancia de la ley de Dios”.
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