
Sabbath School
Saturday, October 05 Señales de divinidad Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/G0wroUs La naturaleza humana del Hijo de María, ¿fue cambiada en la naturaleza divina del Hijo de Dios? No. Las dos naturalezas se mezclaron misteriosamente en una sola persona: el hombre Cristo Jesús. En él moraba toda la plenitud de la Deidad corporalmente. Cuando Cristo fue crucificado, su naturaleza humana fue la que murió. La Deidad no disminuyó ni murió; esto habría sido imposible. Cristo, el inmaculado, salvará a cada hijo e hija de Adán que acepte la salvación que se le ofrece, que consienta en convertirse en hijo o hija de Dios. El Salvador ha comprado a la raza caída con su propia sangre. Este es un gran misterio, un misterio que no será comprendido plena y completamente, en toda su grandeza, hasta que los redimidos sean trasladados. Entonces se comprenderán el poder, la grandeza y la eficacia de la dádiva de Dios para el hombre. Pero el enemigo ha decidido que esta dádiva sea oscurecida hasta el punto de quedar reducida a nada (Exaltad a Jesús, p. 70). Los que apreciaban el carácter y la misión de Cristo, se llenaban de reverencia y asombro al contemplarlo, y sentían que estaban contemplando el templo del Dios viviente. Habían sido enviados oficiales para apresar al Hijo de Dios, a fin de que el templo viviente de Dios fuera destruido. Pero al acercarse y oír las palabras de sabiduría divina que salían de sus labios, quedaron encantados, y el poder y la excelencia de su instrucción llenaron de tal modo sus corazones y sus mentes, que olvidaron el propósito para el que habían sido enviados. Cristo se reveló a sus almas. La divinidad resplandeció a través de la humanidad, y regresaron tan llenos de este único pensamiento, tan cautivados por las ideas que les había presentado, que cuando los dirigentes de Israel preguntaron: “¿Por qué no lo habéis traído?”, respondieron: “Nunca nadie habló como este hombre”. Habían visto lo que los sacerdotes y los dirigentes no querían ver: la humanidad inundada de la luz y la gloria de la Divinidad (Signs of the Times, 20 de enero, 1890, párrafo 9). Cuando estuvo en la tierra, Jesús dijo a los que lo rechazaron: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”. Hoy hay muchos que se niegan a responder al amor atrayente de Cristo. Jesús llama, pero muchos se niegan a responder a la invitación. No quieren valerse del privilegio de tener a Jesús como su Salvador personal. No vienen en humildad y fe, a fin de conocer por experiencia personal lo que son para Jesús, y lo que él es para ellos. Pero la promesa es: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”. Jesús no descansará hasta que lleve a sus seguidores a los reinos del gozo y la gloria perfectos (Signs of the Times, 27 de febrero, 1893, párrafo 5).
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