A Fin de Conocerle
Abnegación diaria, 3 de noviembre Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1. https://ift.tt/wdjuh71 ¿Por qué no han de aprender los jóvenes una lección del caso de Adán? Su fracaso en soportar la prueba más pequeña que Dios le dio fue seguido por una terrible retribución. Y a pesar de eso, Satanás tiene un poder tan grande para encantar la mente que, aun teniendo esta poderosa amonestación delante de nosotros, muchos hablan de liberalidad y de no insistir tanto respecto al cumplimiento de los requerimientos de Dios. Es una ofrenda muy pequeña la que podemos ofrecer, en el mejor de los casos, a nuestro Padre celestial. En vista de que somos responsables delante de Dios, todos estamos decididamente obligados a poner nuestros apetitos y pasiones bajo el dominio de la voluntad inteligente. El gusto ha influido más que ninguna otra cosa en la perversión del entendimiento y en el oscurecimiento del cielo espiritual. Satanás anubla el intelecto de muchos mediante la indulgencia en el apetito, y luego convierte a esos intemperantes en objetos especiales de tentación para alejarlos aún más del camino de la obediencia y la santidad. Los que han recibido talentos especiales perderán la vida eterna a menos que vean la necesidad de negarse a sí mismos diariamente. Muchos no tienen ni la mitad del vigor que podrían poseer, porque padecen de enfermedades producidas por la complacencia del apetito y de hábitos degradantes. Cuánta claridad de percepción podrían tener los jóvenes si obedecieran estrictamente las leyes de la salud, como Daniel y sus tres compañeros. ¡Qué libertad del dolor gozarían, y con cuánto mayor facilidad realizarían sus deberes! ¡Cuánto mayor sería su fervor espiritual! ¡Y cuánto más bien harían a otros, por precepto y ejemplo! ... Dios puede daros abundantemente toda gracia. No tenemos derecho de reclamar las promesas de Dios hasta que cumplamos con las condiciones reveladas en su Palabra.—Manuscrito 6, 1878.
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Abnegación diaria, 3 de noviembre Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1. https://ift.tt/wdjuh71 ¿Por qué no han de aprender los jóvenes una lección del caso de Adán? Su fracaso en soportar la prueba más pequeña que Dios le dio fue seguido por una terrible retribución. Y a pesar de eso, Satanás tiene un poder tan grande para encantar la mente que, aun teniendo esta poderosa amonestación delante de nosotros, muchos hablan de liberalidad y de no insistir tanto respecto al cumplimiento de los requerimientos de Dios. Es una ofrenda muy pequeña la que podemos ofrecer, en el mejor de los casos, a nuestro Padre celestial. En vista de que somos responsables delante de Dios, todos estamos decididamente obligados a poner nuestros apetitos y pasiones bajo el dominio de la voluntad inteligente. El gusto ha influido más que ninguna otra cosa en la perversión del entendimiento y en el oscurecimiento del cielo espiritual. Satanás anubla el intelecto de muchos mediante la indulgencia en el apetito, y luego convierte a esos intemperantes en objetos especiales de tentación para alejarlos aún más del camino de la obediencia y la santidad. Los que han recibido talentos especiales perderán la vida eterna a menos que vean la necesidad de negarse a sí mismos diariamente. Muchos no tienen ni la mitad del vigor que podrían poseer, porque padecen de enfermedades producidas por la complacencia del apetito y de hábitos degradantes. Cuánta claridad de percepción podrían tener los jóvenes si obedecieran estrictamente las leyes de la salud, como Daniel y sus tres compañeros. ¡Qué libertad del dolor gozarían, y con cuánto mayor facilidad realizarían sus deberes! ¡Cuánto mayor sería su fervor espiritual! ¡Y cuánto más bien harían a otros, por precepto y ejemplo! ... Dios puede daros abundantemente toda gracia. No tenemos derecho de reclamar las promesas de Dios hasta que cumplamos con las condiciones reveladas en su Palabra.—Manuscrito 6, 1878.
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