En los Lugares Celestiales
El derramamiento del espíritu, 22 de noviembre Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8. https://ift.tt/tef3BxX La iglesia cristiana comenzó su existencia orando por el Espíritu Santo. Estaba en su infancia, sin la presencia personal de Cristo. Antes de su ascensión, Cristo había comisionado a sus discípulos que predicaran el Evangelio al mundo. “Recibiréis poder”, les dijo, “cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos”. En obediencia a la Palabra de su Maestro, los discípulos volvieron a Jerusalén y durante diez días oraron por el cumplimiento de la promesa de Dios. Esos diez días fueron de profundo escudriñamiento del corazón. Los discípulos eliminaron todas las diferencias que habían existido entre ellos y se unieron en compañerismo cristiano... Al fin de los diez días el Señor cumplió su promesa mediante un extraordinario derramamiento de su Espíritu. Cuando estuvieron “todos unánimes juntos” en oración y súplica se hizo realidad la bendita promesa... ¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas hasta los confines del mundo habitado. El corazón de los discípulos fue colmado con una plenitud de benevolencia, tan profunda, tan abarcante, que los impulsó a ir hasta los fines de la tierra.—The Review and Herald, 30 de abril de 1908. Por la gracia de Cristo los apóstoles llegaron a ser lo que fueron. La devoción sincera y humilde y la oración ferviente fue lo que los llevó a una comunión más íntima con él. Se sentaron con él en los lugares celestiales. Comprendieron la magnitud de su deuda para con él.—Testimonies for the Church 7:31, 32.
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El derramamiento del espíritu, 22 de noviembre Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8. https://ift.tt/tef3BxX La iglesia cristiana comenzó su existencia orando por el Espíritu Santo. Estaba en su infancia, sin la presencia personal de Cristo. Antes de su ascensión, Cristo había comisionado a sus discípulos que predicaran el Evangelio al mundo. “Recibiréis poder”, les dijo, “cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos”. En obediencia a la Palabra de su Maestro, los discípulos volvieron a Jerusalén y durante diez días oraron por el cumplimiento de la promesa de Dios. Esos diez días fueron de profundo escudriñamiento del corazón. Los discípulos eliminaron todas las diferencias que habían existido entre ellos y se unieron en compañerismo cristiano... Al fin de los diez días el Señor cumplió su promesa mediante un extraordinario derramamiento de su Espíritu. Cuando estuvieron “todos unánimes juntos” en oración y súplica se hizo realidad la bendita promesa... ¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas hasta los confines del mundo habitado. El corazón de los discípulos fue colmado con una plenitud de benevolencia, tan profunda, tan abarcante, que los impulsó a ir hasta los fines de la tierra.—The Review and Herald, 30 de abril de 1908. Por la gracia de Cristo los apóstoles llegaron a ser lo que fueron. La devoción sincera y humilde y la oración ferviente fue lo que los llevó a una comunión más íntima con él. Se sentaron con él en los lugares celestiales. Comprendieron la magnitud de su deuda para con él.—Testimonies for the Church 7:31, 32.
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