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Cada Día con Dios


Apreciemos las promesas, 7 de enero No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres. Efesios 6:6, 7. https://ift.tt/qrav6Ay Esforcémonos constantemente al realizar la obra de nuestra vida para responder a la oración de Cristo de que permanezcamos unidos los unos con los otros y con él. Procuremos siempre hacernos la pregunta a nosotros mismos antes de formularla: “¿Le agradará esto a mi Señor? ¿Está en armonía con la voluntad de Dios?” La conciencia de que estamos incorporando la vida de Cristo a la experiencia diaria, le dará una sagrada dignidad a los deberes cotidianos. Todo lo que hagamos con lealtad, honrará al Maestro. De este modo mostraremos al mundo lo que los cristianos pueden hacer en favor de los pecaminosos seres humanos, al ayudarles a aumentar constantemente la eficiencia en el servicio en sus vidas y preparándolos para una vida más plena en el mundo venidero.—Manuscrito 1, del 7 de enero de 1903, “Un llamamiento”. Alabo al Señor. Esta mañana dormí hasta las cuatro. Pero no me desperté como otras veces. Fue una bendición para mí, de la cual estoy agradecida. He llevado una carga muy grande al considerar la condición espiritual del pueblo de Dios, que se encuentra muy por debajo de sus privilegios. Permanecí despierta rogándole a mi Salvador celestial que venga en nuestra ayuda y suscite heraldos que traigan un mensaje adecuado. “Tu palabra es verdad”. Juan 17:17. Anhelo fortaleza y poder físico para que de la abundancia del corazón impulsado por el Espíritu Santo pueda hablar la boca. A menudo en las visiones de la noche hablo a grandes grupos y con vehementes llamamientos insto constantemente a la gente que está delante de mí: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Colosenses 3:1-4. ¡Qué rica promesa se nos presenta! Demostremos entonces que la apreciamos y trabajemos con miras a estar llenos de fervor y a sentirnos agradecidos por esa seguridad. Nos beneficiará, y beneficiará a todos aquellos con quienes nos asociamos, si en nuestras labores públicas se ve que estamos buscando las cosas de arriba.—Manuscrito 173, dario del 7 de enero de 1905.

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