En los Lugares Celestiales


Sólo un redentor, 7 de enero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8. https://ift.tt/GBIjkU3 Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador. Cristo sabía lo que tendría que sufrir, sin embargo se convirtió en el sustituto del hombre. Tan pronto como pecó Adán, el Hijo de Dios se presentó como fiador por la raza humana.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1084. Pensad cuánto le costó a Cristo dejar los atrios celestiales y ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad. ¿Por qué hizo eso? Porque era el único que podía redimir la raza caída. No había un ser humano en el mundo que estuviera sin pecado. El Hijo de Dios descendió de su trono celestial, depuso su manto real y corona regia y revistió su divinidad con humanidad. Vino a morir por nosotros, a yacer en la tumba como deben hacerlo los seres humanos y a ser resucitado para nuestra justificación. Vino a familiarizarse con todas las tentaciones con las que es acosado el hombre. Se levantó de la tumba y proclamó sobre el rasgado sepulcro de José: “Yo soy la resurrección y la vida”. Uno igual a Dios pasó por la muerte en nuestro favor. Probó la muerte por cada hombre para que por medio de él cada hombre pudiera ser participante de vida eterna. Cristo ascendió al cielo con una humanidad santificada y santa. Llevó esa humanidad consigo a los atrios celestiales y la tendrá a través de los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a cada ser humano en la ciudad de Dios, Aquel que ha rogado ante el Padre: “Los tengo esculpidos en las palmas de mis manos”. Las palmas de sus manos llevan las marcas de las heridas que recibió. Si somos heridos y magullados, si hacemos frente a dificultades difíciles de sobrellevar, recordemos cuánto sufrió Cristo por nosotros... Nuestro Salvador soportó todo lo que somos llamados a soportar, de modo que ningún ser humano pudiera decir: “No conoce mis sufrimientos y mis pruebas”. En todas nuestras aflicciones fue afligido.—The Review and Herald, 9 de marzo de 1905.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374