El Cristo Triunfante

Se necesita constante oración para resistir las artimañas de Satanás, 1 de julio “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto”. Lucas 4:1. https://ift.tt/u4SVzRB En ocasión del bautismo de Cristo, se oyó una voz del cielo, que decía: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”. Inmediatamente después de este episodio, Cristo fue al desierto de la tentación y comenzó allí un prolongado ayuno y, en medio de su debilidad, Satanás vino y lo tentó. ¿Por qué fue conducido Cristo al desierto para ser tentado al comienzo de su ministerio? Fue el Espíritu quien lo llevó. Por lo tanto, no fue porque lo necesitara personalmente, sino en nuestro favor, para vencer por nosotros. No fue movido por impulso. Fue guiado por el Espíritu y su humanidad fue probada como la de uno que habría de estar a la cabeza de la raza caída. Cristo había estado y estaba en perfecta armonía con el Padre. Iba a ser probado como representante de la raza humana. El Espíritu lo condujo al desierto para hacer frente al enemigo en un encuentro personal, con el fin de vencer a aquel que pretendía ser cabeza de los reinos del mundo. Cristo ayunó mientras estaba en el desierto, pero era indiferente al hambre. Cristo, en constante oración ante su Padre, a fin de prepararse para resistir al adversario, no sintió las angustias del hambre. Pasó el tiempo en ferviente oración, en comunión con Dios. Era como si hubiera estado en la presencia de su Padre. Buscaba fortaleza para enfrentar al enemigo, y obtener la seguridad de que recibiría gracia para llevar a cabo todo lo que había emprendido en favor de la humanidad. El pensamiento de la contienda que estaba ante él hizo que se olvidara de todo lo demás, y su alma fue alimentada con el pan de vida, así como serán alimentadas hoy aquellas almas tentadas que van a Dios en busca de ayuda. Comió de la verdad que debía dar al pueblo, como algo que tiene poder para liberarlos de las tentaciones de Satanás. Vio el quebrantamiento del poder de Satanás sobre los caídos y tentados. Se vio a sí mismo curando a los enfermos, consolando a los desesperanzados, reanimando a los abatidos y predicando el Evangelio a los pobres: haciendo la obra que Dios había diseñado para él; y no sintió ningún apremio del hambre hasta que terminaron los cuarenta días de su ayuno... Cristo estaba ahora en el desierto, los animales salvajes eran su única compañía y todo en derredor tendía a hacerle bien patente su humanidad. De pronto, un ángel se presentó ante él con la apariencia de uno de los ángeles que había visto no mucho antes, el cual se dirigió a él con estas palabras: “Si eres el Hijo de Dios”. Esta era una insinuación de desconfianza. Sus palabras supuraban la amargura que había en la mente [de Satanás]. El matiz de su voz denotaba abierta incredulidad.—Carta 159, 1903.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374