Un abogado ante el padre, 12 de febrero
Hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1. {NEV 51.1}
¡Cuán cuidadoso es el Señor Jesús al no dar ocasión al alma para que
desespere! ¡Cómo protege al alma de los fieros ataques de Satanás! Si caemos en
pecado por una sorpresa o engaño, a causa de las múltiples tentaciones, él no
se aleja de nosotros y nos abandona para que perezcamos. No, no, nuestro
Salvador no hace eso. ... El fué tentado en todas las cosas así como nosotros;
y como fué tentado, él sabe cómo socorrer a aquellos que lo son. Nuestro Señor
crucificado ruega por nosotros ante la presencia del Padre en el trono de
gracia. Debemos invocar su sacrificio expiatorio para nuestro perdón, nuestra
justificación y nuestra santificación. El cordero sacrificado es nuestra única
esperanza. Nuestra fe lo contempla, y se ase a él como el único que puede salvar
hasta lo sumo, y la fragancia de la ofrenda perfecta es aceptada por el Padre.—Carta 33, 1895. {NEV 51.2}
Si cometéis errores y sois inducidos a pecar, no creáis que no podéis
orar, sino buscad al Señor más fervientemente.—Carta 6, 1893, pp. 6. {NEV 51.3}
La sangre de Jesús ruega con poder y eficacia por aquellos que se han
descarriado, por aquellos que están en rebelión, por aquellos que pecan contra
la abundante luz y el amor. Satanás está a nuestra mano derecha dispuesto a
acusarnos, y nuestro Abogado está a la mano derecha de Dios listo para
interceder por nosotros. Nunca ha perdido un caso que le haya sido encomendado.
Debemos confiar en nuestro abogado, porque él presenta sus propios méritos en
nuestro favor. ... El está intercediendo por los más humildes, por los más
sufrientes, por los que pasan mayores pruebas y tentaciones. Con sus manos
extendidas él exclama: “He aquí que en las palmas te tengo esculpida”. Isaías 49:16.—The Review and Herald, 15 de agosto de
1893. {NEV
51.4}
Yo quisiera poder hacer llegar las buenas nuevas hasta los rincones más
remotos de la tierra. “Si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el
Padre, a Jesucristo el justo”. ¡Oh, preciosa redención! ¡Cuán grande es esta
verdad: de que Dios, por el amor de Cristo, nos perdona en el mismo momento en
que se lo pedimos con fe viva, creyendo que él puede hacerlo plenamente!—The Review and Herald, 21 de septiembre
de 1886.{NEV
51.5}
Comentarios
Publicar un comentario