El cielo en el corazón, 7 de noviembre
Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre. Marcos 3:35.Una fuente pura no puede dar origen a una corriente impura; tampoco el verdadero cristiano pronunciará palabras ofensivas, ni entrará en discusión con los que lo rodean. Cuando le entregamos el corazón a Dios, tenemos que luchar constantemente, porque debemos hacer frente al enemigo de toda justicia. Emplerá todos los medios posibles para desanimarnos y derribarnos. El mundo se opone a Cristo y a su obra. Pero los que tratan de cumplir la voluntad de Dios tienen este consuelo: Están unidos con las más altas autoridades del cielo. Al confiar en Cristo, al avanzar paso a paso, los hijos de Dios obtendrán la victoria.
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