El Cristo Triunfante


Estudiemos Daniel y Apocalipsis en conjunto, 23 de noviembre https://ift.tt/3DPdciX “He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días”. Daniel 10:14. Daniel se identificó con los pecados de Israel y los confesó como propios. “Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío: porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo”. Sin embargo, Gabriel, el mensajero celestial, tres veces lo llamó y lo consideró como varón muy querido... ¡Cuán estrechamente relacionado se encuentra el universo del cielo con este mundo caído! Estas comunicaciones que fueron dadas a Daniel debieran llenar nuestras almas de temor, de humildad y sepultar nuestro orgullo en el polvo... ¡Hay un vínculo maravilloso que se percibe entre el universo celestial y este mundo caído! Las cosas que fueron reveladas a Daniel más tarde se complementaron por la revelación hecha a Juan en la isla de Patmos. Estos dos libros debieran ser leídos en forma cuidadosa. En dos ocasiones Daniel inquirió, ¿cuánto ha de transcurrir hasta el tiempo del fin? “Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados, los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán... Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días”. Era el León de la tribu de Judá quien abrió el libro y le dio a Juan la revelación de lo que habría de suceder en estos últimos días. Daniel permaneció en su lugar para dar su testimonio, que fue sellado hasta el tiempo del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo. Estos asuntos son de importancia infinita en estos últimos días... Al libro de Daniel se le quita el sello en el Apocalipsis de Juan y nos lleva adelante hasta las escenas finales de la historia de esta tierra. El caso de Daniel nos revela el hecho que el Señor siempre está listo para atender nuestras oraciones hechas con contrición de alma y, cuando busquemos al Señor de todo corazón, él contestará nuestras peticiones. Aquí se revela dónde obtuvo Daniel su habilidad y entendimiento y si tan sólo pedimos la sabiduría de Dios, podremos ser bendecidos con creciente habilidad y con poder del cielo. Si acudimos a Dios como somos, y oramos con fe como lo hizo Daniel, veremos la salvación de Dios. Necesitamos orar como nunca hemos orado antes.—Carta 59, 1896.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374