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Piedras para un templo, 8 de noviembre

Piedras para un templo, 8 de noviembre

En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. Efesios 2:21.

Mediante la gracia de Cristo realizaréis esfuerzos decididos para vencer todos los hábitos y modales fríos, ásperos, toscos y descorteses...


El poderoso cincel de la verdad os ha cortado de la cantera del mundo. Erais piedras toscas de bordes cortantes que magullaban y dañaban a cualquiera con quien os poníais en contacto; hay una obra que debe hacerse para suavizar los bordes ásperos. Si apreciarais el valor de la obra que debe hacerse en los talleres de Dios, daríais la bienvenida a los golpes del hacha y el martillo. Vuestra estimación propia será herida, vuestra alta opinión de vosotros mismos será cortada por el hacha y el martillo, y las asperezas de vuestro carácter serán pulidas; y cuando el egoísmo y las tendencias carnales desaparezcan, entonces la piedra adquirirá las proporciones debidas para el edificio celestial, y entonces comenzarán los procesos de pulido, refinamiento, suavizamiento y abrillantamiento, y seréis modelados según el patrón del carácter de Cristo. Su propia imagen deberá reflejarse en el carácter bruñido de sus representantes humanos, y la piedra quedará preparada para el edificio celestial. Los ángeles de Dios observan a los agentes humanos que así reflejan el esplendor y la gloria del carácter de Cristo...


Si no somos hombres y mujeres mejores, si no somos más bondadosos, más piadosos, más corteses, más llenos de ternura y amor; si no manifestamos a otros el amor que Jesús trajo al mundo en su misión de misericordia, no estamos testificando ante el mundo del poder de Jesucristo. Jesús vivió no para agradarse a sí mismo... Vino a elevar, a ennoblecer y a hacer felices a todos aquellos con quienes se relacionó. Jamás obró con rudeza, jamás pronunció palabras descorteses.—The Youth’s Instructor, 3 de enero de 1895.

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