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Exaltad a Jesús


El libertador: un humilde pastor, 3 de julio https://ift.tt/g7Q9rqB Lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Éxodo 3:4-5. La época de la liberación de Israel había llegado. Pero el propósito de Dios había de cumplirse de tal manera que mostrara la insignificancia del orgullo humano. El libertador había de ir adelante como humilde pastor con sólo un cayado en la mano; pero Dios haría de ese cayado el símbolo de su poder. Un día mientras apacentaba sus rebaños cerca de Horeb, “monte de Dios”, Moisés vio arder una zarza... Una voz procedente de las llamas le llamó por su nombre. Con labios trémulos contestó: “Heme aquí”. Se le amonestó a no acercarse irreverentemente... La humildad y la reverencia deben caracterizar el comportamiento de todos los que se allegan a la presencia de Dios. En el nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no debemos hacerlo con la osadía de la presunción, como si el Señor estuviese al mismo nivel que nosotros. Algunos se dirigen al Dios grande, todopoderoso y santo, que habita en luz inaccesible, como si se dirigieran a un igual o un inferior. Hay quienes se comportan en la casa de Dios como no se atreverían a hacerlo en la sala de audiencias de un soberano terrenal. Los tales debieran recordar que están ante la vista de Aquel a quien los serafines adoran, y ante quien los ángeles cubren su rostro. A Dios se le debe reverenciar grandemente; todo el que verdaderamente reconozca su presencia se inclinará humildemente ante él... Mientras Moisés esperaba ante Dios con reverente temor, las palabras continuaron: “...Ven por tanto ahora, y enviarte he a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto”. Sorprendido y asustado por este mandato, Moisés retrocedió... Moisés veía ante sí dificultades que le parecían insalvables. ¿Qué prueba podría dar a su pueblo de que realmente iba como enviado de Dios?... Entonces Dios le dio una evidencia que apelara a sus propios sentidos. Le dijo que arrojara su vara al suelo. Al hacerlo, “convirtióse en una serpiente y Moisés huía de ella”. Dios le ordenó que la tomara, y en su mano “tornóse vara”... El Señor aseguró a Moisés que su propio pueblo, así como también Faraón, se convencerían de que Uno más poderoso que el rey de Egipto se manifestaba entre ellos... Dios bendijo su pronta obediencia, y llegó a ser elocuente, confiado, sereno y apto para la mayor obra jamás dada a hombre alguno. Este es un ejemplo de lo que Dios hace para fortalecer el carácter de los que confían en él, y sin reserva alguna cumplen sus mandatos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 256-260.

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