El poder santificador de la verdad, 25 de julio Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Juan 17:17. https://ift.tt/GNa2HDl ¿Qué es la santificación? Consiste en entregarse a sí mismo plenamente y sin reservas—alma, cuerpo y espíritu—a Dios, para obrar con justicia, para amar la misericordia, y para caminar humildemente con Dios. Para conocer y para realizar la voluntad de Dios sin tomar en cuenta el yo, o los intereses personales; para tener una mente orientada hacia el cielo, pura, desinteresada, santa y sin mancha.—Manuscrito 65, 1886, pp. 12, 13. Es mediante la verdad, por el poder del Espíritu Santo, que somos santificados, transformados a la semejanza de Cristo. Y para que este cambio pueda realizarse en nosotros, debe haber una aceptación de la verdad, incondicional y sincera, una entrega sin reservas del alma a su poder transformador. Nuestros caracteres están por naturaleza torcidos y pervertidos. Por falta de un desarrollo debido carecen de simetría. Con algunas cualidades excelentes están unidos rasgos objetables, y debido a la larga indulgencia las tendencias indeseables se hacen una segunda naturaleza, y muchas personas se aferran tenazmente a sus peculiaridades. Aun después de profesar aceptar la verdad, de entregarse a Cristo, los mismos hábitos los complacen, manifiestan la misma estima del yo, mantienen las mismas falsas nociones. Aunque los tales pretenden estar convertidos, es evidente que no se han entregado a sí mismos al poder transformador de la verdad. ... Si aquel que de esta manera representa tan mal a Cristo pudiera saber el daño que ha estado causando debido a su falta de carácter la cual ha excusado y fomentado, se llenaría de horror. ... Que nadie piense que su conducta no necesita un cambio. ... Nadie puede andar con seguridad a menos que desconfíe del yo, y que esté constantemente contemplando la Palabra de Dios, estudiándola con el corazón dispuesto a ver sus propios errores y a conocer la voluntad de Cristo, y orando para que se haga en ellos, por ellos y mediante ellos. Muestran que su confianza no está en sí mismos, sino en Cristo. Tienen la verdad como un tesoro sagrado, capaz de santificar y refinar, y constantemente procuran poner su conducta y sus palabras en armonía con sus principios.—The Review and Herald, 12 de abril de 1892.
"Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar." Habacuc 2:14 "Entonces el dragón...se fue a hacer guerra contra...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen...el espíritu de la profecía." Apoc. 12:17; 19:10
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