El Mensaje de los Tres Ángeles - Apocalipsis 14:6-12

6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,
10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
El mayor educador de todos los tiempos, 2 de julio Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7:28, 29. https://ift.tt/IFiMQAK Los eruditos del mundo no son fácilmente alcanzados por las verdades prácticas de la Palabra de Dios. La razón es porque confían en la sabiduría humana y se enorgullecen de su superioridad intelectual, y no están dispuestos a aprender con humildad en la escuela de Cristo. Nuestro Salvador no ignora a los instruidos ni desprecia la educación. Sin embargo, eligió a pescadores incultos para la obra evangélica, porque no habían sido educados en las costumbres falsas y en las tradiciones del mundo. Eran hombres de habilidad natural y poseían un espíritu humilde susceptible de ser educado; eran hombres a quienes podía educar para su gran obra. En los oficios comunes de la vida, hay más de una persona que desempeña pacientemente sus tareas cotidianas, sin percatarse de que posee facultades que, si las pusiera en acción, la elevarían a una posición igual a la de los hombres más respetados del mundo. El toque de una mano hábil es necesario para despertar y desarrollar esas facultades adormecidas. Jesús relacionó consigo a esa clase de hombres y les proporcionó las ventajas de tres años de enseñanza bajo su propio cuidado. Ningún curso de estudio en las aulas de los rabinos o en las escuelas de filosofía pudo haber igualado a esto en valor. El Hijo de Dios fue el mayor educador de todos los tiempos. Las palabras y las obras del humilde Maestro, registradas por sus poco cultos compañeros de la vida diaria, han ejercido un poder viviente sobre las mentes humanas desde entonces hasta ahora. No sólo los ignorantes y los humildes, sino hombres educados, inteligentes y geniales, exclaman con reverencia, con los asombrados y complacidos oyentes de antaño: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre”! Juan 7:46.—The Review and Herald, 25 de septiembre de 1883.
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