En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados. 1
Juan 4:10. {HHD
13.1}
En la redención, Dios reveló su amor por medio de un sacrificio, un
sacrificio tan amplio, tan profundo y tan alto, que es inconmensurable. “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito...”Cuando el
pecado de Adán hundió a la raza en la miseria y la desesperación, Dios podría
haberse separado de los caídos. Podría haberlos tratado como merecen que se
trate a los pecadores. Podría haber enviado a sus ángeles para que derramaran
sobre nuestro mundo las copas de su ira. Podría haber hecho desaparecer esta
oscura mancha del universo. Pero no lo hizo. En lugar de echarlos de su
presencia, se acercó más a la raza caída. Dio a su Hijo para que llegara a ser
hueso de nuestro hueso y carne de nuestra carne. “Y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros... lleno de gracia y de verdad”. Cristo,
mediante su relación con los seres humanos, puso al hombre más cerca de Dios
todavía. Revistió su naturaleza divina con el manto de la humanidad, y demostró
ante el universo celestial, ante los mundos no caídos, cuánto ama Dios a los
hijos de los hombres. {HHD 13.2}
El don de Dios en favor del hombre excede a todo cálculo. Nada se
escatimó. Dios no podía permitir que se dijera que podía haber hecho algo más,
que podía revelar a la humanidad un amor mayor. En el don de Cristo, dio todo
el cielo. {HHD
13.3}
El Altísimo, que estaba junto al Padre antes de que el mundo fuera, se
sometió a la humillación para poder elevar a la humanidad. La profecía quita el
velo, para que podamos contemplar el trono del cielo, para que podamos mirar en
ese trono alto y elevado a Uno que está allí en forma humana, y que vino a este
mundo a sufrir, a ser lacerado por los azotes y a ser quebrantado por nuestras
iniquidades.—Manuscrito 21, 1900. {HHD 13.4}
Comentarios
Publicar un comentario