Benevolencia, 22 de marzo
Cada uno dé como propuso en su
corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y
poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra. 2 Corintios 9:7, 8. RP 92.1
Cuando los corazones de los
hombres han sido enternecidos por la presencia del Espíritu de Dios, son más
sensibles a las impresiones del Espíritu Santo, y resuelven negarse a sí mismos
y sacrificarse por la causa de Dios. Al brillar la divina luz en las cámaras de
la mente, con claridad y fuerza inusitadas, es cuando los sentimientos del
hombre natural quedan vencidos y el egoísmo pierde su poder sobre el corazón y
se despiertan los deseos de imitar al Modelo, Jesucristo, en la práctica de la
abnegación y la generosidad. Entonces la disposición del hombre naturalmente
egoísta se impregna de bondad y compasión hacia los pecadores perdidos, y
formula una solemne promesa a Dios como lo hicieron Abrahán y Jacob. RP 92.2
En tales ocasiones los ángeles
celestiales están presentes. El amor hacia Dios y la gente triunfa sobre el
egoísmo y el amor al mundo. Esto sucede especialmente cuando el predicador, con
el Espíritu y el poder de Dios, presenta el plan de redención trazado por la
Majestad celestial en el sacrificio de la cruz. RP 92.3
Dios le ha dado al creyente
algo que hacer para lograr la salvación de sus semejantes. Puede obrar en
relación con Cristo haciendo actos de misericordia y de beneficencia. Pero, no
puede redimirlos porque es incapaz de satisfacer las exigencias de la justicia
insultada. Esto lo pudo hacer sólo el Hijo de Dios, poniendo a un lado su honra
y gloria, revistiendo de humanidad su divinidad, y viniendo a la tierra para
humillarse y derramar su sangre en favor de la familia humana. RP 92.4
Al comisionar a sus discípulos
para que fuesen “por todo el mundo” a predicar el evangelio “a toda criatura (Marcos 16:15), Cristo encomendó a los hombres
la obra de difundir las buenas nuevas. Pero mientras algunos salen a predicar,
invita a otros a que satisfagan sus demandas en cuanto a los diezmos y ofrendas
con que sostener el ministerio y difundir la verdad en forma impresa por toda
la tierra.—Joyas de los Testimonios 1:551, 552. RP 92.5
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