Venciendo progresivamente al mal, 22 de marzo
Bienaventurado el varón que
sufre la tentación; porque cuando fuere probado, recibirá la corona de la vida,
que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12. NEV 89.1
No es la orden ni la voluntad
de Dios escudar a su pueblo de la tentación. ... Cuando la verdad se posesiona
del corazón, el cristiano es puesto frente al conflicto. ... En su propia casa,
y aun en su propio corazón, hay elementos opositores, y ninguna cosa, sino el abundante
Espíritu de Dios, puede asegurarle la victoria.—Manuscrito 59, 1900, pp. 16. NEV 89.2
El comienzo del acto de ceder a
la tentación está en el pecado de permitir que la mente vacile, en ser
inconsecuente en vuestra confianza en Dios. El perverso siempre anda buscando
la oportunidad de desfigurar a Dios, y de atraer la mente a lo que es prohibido.
Si logra conseguirlo, fijará la mente sobre las cosas de este mundo, se
esforzará por excitar las emociones, por despertar las pasiones, por fijar los
afectos en aquello que no es para el bien; pero vosotros podéis someter toda
emoción y pasión a control, en serena sujeción a la razón y la conciencia.
Entonces Satanás pierde su poder de controlar la mente. La obra a que Cristo
nos llama, es la obra de vencer progresivamente los males espirituales de
nuestro carácter. Las tendencias naturales deben ser vencidas. ... Los apetitos
y las pasiones deben ser subyugados, y la voluntad debe ser puesta enteramente
del lado de Cristo.—The Review and Herald, 14 de junio de 1892, pp. 371. NEV 89.3
Oramos a nuestro Padre
celestial: “No nos dejes caer en tentación”, y luego, demasiado a menudo,
fracasamos en impedir que nuestros pies nos conduzcan a la tentación. Debemos
mantenernos alejados de las tentaciones por las cuales somos fácilmente vencidos.
Forjamos nuestro éxito mediante la gracia de Cristo. Debemos quitar del camino
la piedra de tropiezo que ha hecho que nosotros y muchos otros pasemos por
vicisitudes.—Manuscrito 124, 1902. NEV 89.4
La tentación y las pruebas nos
asaltarán a todos, pero no necesitamos ser vencidos por el enemigo. Nuestro
Salvador ha vencido por nosotros. Satanás no es invencible. ... Cristo fué
tentado para que supiera cómo ayudar a cada alma que después sería tentada. La
tentación no es pecado; el pecado está en ceder a la tentación. La tentación
significa victoria y gran fortaleza para el alma que confía en Jesús.—Manuscrito 113, 1902, pp. 6. NEV 89.5
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