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A Fin de Conocerle


Igualdad de los creyentes en Cristo, 3 de abril https://ift.tt/jiTSDVX Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Gálatas 3:26-28. El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se encuentra en la separación de Cristo... Dios no hace acepción de personas. Jesús conocía la vanidad de la pompa humana y no prestó atención a su despliegue. En su dignidad de alma, su elevación de carácter, su nobleza de principio, estuvo muy por encima de las vanas modas del mundo... Los mejores círculos de la sociedad humana lo hubieran cortejado, si hubiera consentido en aceptar sus favores, pero no deseó el aplauso de los hombres... La riqueza, la posición, el rango mundanal en todas sus variedades y distinciones de la grandeza humana, no significaban sino otros tantos grados de pequeñez para Aquel que había dejado el honor y la gloria del cielo y que no poseía esplendor terrenal, no se complacía en el lujo, y no exhibía adornos, sino humildad. Los humildes, los que estaban oprimidos por la pobreza y los cuidados, abrumados de trabajo penoso, no podían encontrar en la vida y ejemplo de Cristo lo que los indujera a pensar que Jesús no estaba familiarizado con sus pruebas, que no conocía la presión de sus circunstancias y que no podía simpatizar con ellos en su necesidad y dolor. La modestia de su humilde vida diaria estaba en armonía con su humilde nacimiento y sus circunstancias. El Hijo del Dios infinito, el Señor de la vida y de la gloria, descendió humildemente hasta la vida del más humilde para que nadie se sintiera excluido de su presencia. Se colocó al alcance de todos. No eligió a unos pocos favoritos para asociarse con ellos e ignorar a todos los otros.—The Review and Herald, 22 de diciembre de 1891.

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