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Cada Día con Dios


El triunfo de la verdad, 3 de abril https://ift.tt/rZY0ybU Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable. Tito 2:7, 8. El triunfo de la verdad depende de la influencia de los que creen en ella. Mediante la labor personal, una vida bien ordenada, piedad, fe y tierna compasión, promovemos la verdad. Tenemos un cielo que ganar. La mayor recompensa se le ofrece al vencedor. Sí, se nos presenta un eterno peso de gloria para inducirnos a correr de tal manera que obtengamos la inmarcesible corona de la vida. El que está decidido a vencer tiene una lucha sin cuartel ante sí. Debe combatir virilmente la buena batalla de la fe. Tiene que esforzarse correctamente cada día en procura de pureza y excelencia moral. Eso lo requiere Dios para que pueda representar a Cristo. Debe creer en las promesas de Dios y confiar en Cristo, para que los que lo rodean vean que dispone de un tesoro inagotable. Sus palabras deben ser correctas; su espíritu recto. Sus manos jamás deben debilitarse al hacer la obra que Dios le ha confiado. Encontrará dificultades, pero siempre debe ser valiente y alegre. Debe tratar a todos como adquiridos por la sangre de Cristo, sin parcialidad ni hipocresía. El Espíritu Santo es su ayudador. Por medio de Cristo, que lo fortalece, lo puede soportar todo. Los talentos que Dios ha confiado requieren un rendimiento proporcional. Dios acepta “según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”. 2 Corintios 8:12. No espera del hombre que tiene un solo talento lo que espera del que tiene cinco. Si los ricos quieren satisfacer todos sus deseos y gozar de las cosas buenas de esta vida, serán juzgados como corresponde. No quieren honrar a Cristo obedeciéndole humildemente y llevando la cruz. Viven para complacerse a sí mismos y así deshonran a Dios; él declara: “Honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30... Solamente los que usan fielmente sus talentos, con un solemne sentido de responsabilidad, hacen una gran obra, debido a su constante fidelidad... Solamente los que lo glorifiquen al aumentar sabiamente los talentos que les ha confiado para ayudar a la causa de Dios, son grandes para él.—Manuscrito 53, del 3 de abril de 1899, “Palabras de instrucción para los que están relacionados con el sanatorio”.

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