El festín que satisface, 7 de febrero
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados. Mateo 5:6. {MSV 47.2}
Transpórtese repentinamente al cielo a esos hombres y mujeres que están
satisfechos con su condición de enanos e inválidos en las cosas divinas, y
hágaseles considerar por un instante el alto y santo estado de perfección que
reina siempre allí, donde toda alma rebosa de amor, donde todo rostro
resplandece de gozo... ¿Podrían dichas personas, me pregunto, alternar con la
muchedumbre celestial, participar en sus cantos y soportar la pura, excelsa y
arrobadora gloria que emana de Dios y del Cordero? ¡Oh no!... {MSV 47.3}
Los que han educado su mente en el deleite de los ejercicios
espirituales, son los que pueden ser trasladados sin que los abrume la pureza y
la gloria trascendental del cielo. Puedes tener un vasto conocimiento de las
artes, puedes estar familiarizado con las ciencias, puedes sobresalir en música
y caligrafía, pueden agradar tus modales a los que te tratan, pero, ¿qué tienen
que ver estas cosas con una preparación para el cielo? ¿Te preparan para
subsistir delante del tribunal de Dios? {MSV 47.4}
No te engañes. Dios no puede ser burlado. Nada que no sea la santidad te
preparará para el cielo. Es la piedad sincera y experimental lo único que puede
darte un carácter puro y elevado, y habilitarte para entrar en la presencia de
Dios, quien mora en luz inaccesible. Esta tierra es el único lugar donde
debemos adquirir el carácter celestial.—Joyas de los Testimonios 1:242, 243. {MSV 47.5}
Desear lo bueno y la verdadera santidad es correcto en sí, pero si te
detienes allí, de nada te servirá. Los buenos propósitos son loables, pero
no tendrán valor a menos que se lleven resueltamente a cabo. Muchos se perderán
aunque esperaron y desearon ser cristianos, pero no hicieron esfuerzos
fervientes; por lo tanto, serán pesados en la balanza y hallados faltos. La voluntad
debe ejercerse en la debida dirección diciendo: Quiero ser un cristiano
consagrado. Quiero conocer la longitud, la anchura, la altura y la profundidad
del amor perfecto. Escucha las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6. Cristo ha hecho amplia provisión para
satisfacer el alma que tiene hambre y sed de justicia.—Joyas de los Testimonios 1:241. {MSV 47.6}
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