
𝐒𝐢𝐧 𝐝𝐞𝐬ó𝐫𝐝𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐧𝐢 𝐟𝐚𝐧𝐚𝐭𝐢𝐬𝐦𝐨, 𝟏𝟕 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 https://m.egwwritings.org/es/book/1772.2127#2127 𝘙𝘦𝘵𝘦𝘯𝘦𝘥𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢 𝘧𝘪𝘦𝘭 𝘵𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘩𝘢 𝘴𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯𝘴𝘦ñ𝘢𝘥𝘢, 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘦𝘹𝘩𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘢 𝘦𝘯𝘴𝘦ñ𝘢𝘯𝘻𝘢 𝘺 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘦𝘯𝘤𝘦𝘳 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘥𝘪𝘤𝘦𝘯. 𝘛𝘪𝘵𝘰 𝟷:𝟿. Existe el peligro constante de ir en pos de algo que llega a nuestro medio y que consideramos como la actuación del Espíritu Santo, pero que en realidad es el fruto del espíritu de fanatismo. Mientras permitamos que el enemigo de la verdad nos conduzca por el camino equivocado, no podremos esperar alcanzar con el mensaje del tercer ángel a los que son sinceros de corazón. Debemos ser santificados mediante la obediencia a la verdad. Temo todo lo que tienda a apartar la mente de la sólida evidencia de la verdad como está revelada en la Palabra de Dios. Temo eso; repito que lo temo. Debemos colocar nuestras mentes dentro de los límites de la razón, para que el enemigo no se introduzca y trastorne el orden de las cosas. Hay personas de temperamento excitable que fácilmente son conducidas al fanatismo, y si permitiésemos que en nuestras iglesias se introdujera alguna cosa que indujese a error a tales personas, pronto veríamos esos errores desarrollarse en toda su extensión, y entonces, debido a la conducta de estos elementos desordenados, toda la organización adventista quedaría manchada por un baldón. He estado estudiando la manera de publicar otra vez algunas de estas experiencias, de modo que un mayor número de nuestros hermanos pueda recibir la información necesaria, porque sé desde hace mucho tiempo que el fanatismo volverá a manifestarse en diferentes formas. Debemos fortalecer nuestra posición estudiando intensamente la Palabra, y evitando todas las rarezas y los ejercicios extraños que con mucha rapidez algunas personas aceptarán y practicarán. Si permitiésemos que la confusión se introdujera en nuestras filas, no podríamos afirmar nuestra obra en la forma debida... Siento mucho temor de que se introduzca entre nuestro pueblo cualquier cosa de naturaleza fanática. Hay muchísimos que deben ser santificados, pero deben serlo mediante la obediencia al mensaje de verdad.—Mensajes Selectos 2:49-51.
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