
𝐄𝐧 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚 𝐉𝐞𝐬ú𝐬 𝐫𝐮𝐞𝐠𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬, 𝟏𝟖 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 https://m.egwwritings.org/es/book/1755.2379#2379 𝐏𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐡𝐨𝐯á 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐮𝐦𝐢𝐝𝐨𝐬, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐚𝐲𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐬𝐮𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚𝐬, 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐦𝐚ñ𝐚𝐧𝐚; 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐬 𝐭𝐮 𝐟𝐢𝐝𝐞𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝. 𝐋𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝟑:𝟐𝟐, 𝟐𝟑. “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”. Lucas 6:36. El Señor honra a sus agentes humanos tomándolos como sus asociados. El corazón de Cristo está lleno de misericordia perdonadora y de verdad. Se aflige con las aflicciones de su pueblo. Debemos ser compasivos y encontrar gozo en manifestar un interés bondadoso por vendar las heridas de los que han sigo perseguidos y dejado medio muertos por la mano despiadada del destructor. Debemos estar listos para curar las heridas que ha causado el pecado. Los que hacen esto son ministros de Cristo, y el mundo tiene ante sí un testimonio viviente del amor de Dios en sus representantes. Los que practican las obras de Cristo revelan a Dios ante el mundo, y por medio de sus mensajeros él es conocido como el Dios de misericordia, bondad y perdón se cita. Romanos 8:32. Dios en Cristo es nuestro, y sus abundantes bendiciones de amor y misericordia nos inextinguibles. Desea que cada uno se beneficie de las ricas provisiones que ha hecho para quienes lo aman. Nos invita a todos nosotros a participar con él en su gloria. La dicha del cielo ha sido provista para todos los que aman a Dios por encima de todas las cosas y a sus semejantes como a sí mismos. Los hombres y las mujeres no serían por más tiempo esclavos del pecado si tan sólo se volvieran de las atracciones seductoras y engañosas de Satanás y miraran a Jesús por un tiempo suficiente como para ver y entender su amor. Se formarían nuevos hábitos, y las fuertes propensiones hacia el mal serían tenidas a raya. Nuestro Líder es un vencedor y nos guía a una victoria segura. Jesús, nuestro Abogado, esta intercediendo ante el Padre de su trono en nuestro beneficio y también está intercediendo con el pecador, diciendo: “Volveos... ¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11. ¿No ha hecho Dios por medio de Cristo todo lo posible para arrancarnos del engaño satánico?... ¿No es él un Salvador resucitado, que vive siempre para hacer intercesión por nosotros? ¿No está continuando siempre su gran obra de expiación por medio de la obra del Espíritu Santo en cada corazón? El arco de la misericordia aun circunda el trono de Dios, testificando del hecho de que cada alma que cree en Cristo como su Salvador personal tendrá vida eterna. La misericordia y la justicia se mezclan en los tratos de Dios con su herencia.—The Signs of the Times, 19 de septiembre de 1895.
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