Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a
él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2. {HHD 11.1}
No debemos conformarnos con la expectativa de que en nosotros se
producirá milagrosamente un cambio de carácter cuando Cristo aparezca en las
nubes de los cielos con poder y grande gloria. No, mis jóvenes amigos; estamos
sujetos a juicio, y se nos concede un tiempo de prueba aquí en esta vida, a fin
de que formemos caracteres para la vida futura e inmortal.—The Youth’s Instructor, 24 de agosto de
1893. {HHD
11.2}
Que nadie se imagine que el egoísmo, el amor propio y la complacencia
propia son compatibles con el espíritu de Cristo. Sobre cada hombre o mujer
verdaderamente convertido descansa una responsabilidad que no podemos estimar
correctamente. Las máximas y los modales del mundo no deben ser adoptados por
los hijos y las hijas del Rey celestial.—Testimonies for the Church 5:410. {HHD 11.3}
Al separarnos del mundo, encontraremos dificultades por todos lados.
Pero aquí hay consuelo para nosotros: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún
no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal como él es”.—Manuscrito 28, 1886. {HHD 11.4}
Debemos manifestar, por medio de nuestras palabras y obras, que
comprendemos la gran responsabilidad que descansa sobre nosotros. Nuestra luz
debe resplandecer tan claramente que los demás puedan ver que glorificamos al
Padre en nuestro diario vivir; que estamos unidos con el cielo y que somos
coherederos con Jesucristo.—Testimonies for the Church 4:16. {HHD 11.5}
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