Los labios del justo apacientan a muchos. Proverbios 10:21. {CV 9.1}
A pesar de la iniquidad que prevalecía, había un número de hombres
santos, ennoblecidos y elevados por la comunión con Dios, que vivían en
compañerismo con el cielo. Eran hombres de poderoso intelecto, que habían
realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber,
desarrollar un carácter justo y enseñar una lección de piedad, no sólo a los
hombres de su tiempo, sino también a las generaciones futuras. Sólo algunos de
los más destacados se mencionan en las Escrituras; pero a través de todos los
tiempos, Dios tuvo testigos fieles y adoradores sinceros.—Historia de los Patriarcas y Profetas,
71. {CV
9.2}
¡Cuán a menudo los que confiaron en la Palabra de Dios, aunque eran en
sí mismos completamente impotentes, han resistido el poder del mundo entero!
Enoc, de corazón puro y vida santa, puso su fe en el triunfo de la justicia
contra una generación corrupta y mofadora; Noé y su casa resistieron a los
hombres de su época, hombres de mucha fuerza física y mental y de la más
degradada moralidad; los hijos de Israel, que junto al mar Rojo no eran más que
una multitud indefensa y aterrorizada de esclavos, resistieron al más poderoso
ejército de la más poderosa nación del globo; David, siendo tan sólo un
pastorcillo que tenía la promesa del trono dada por Dios, resistió a Saúl, el
monarca reinante, dispuesto a no ceder su poder. El mismo hecho se destaca en
el caso de Sadrac y sus compañeros en el horno de fuego, y Nabucodonosor en el
trono; Daniel entre los leones, y sus enemigos en los puestos elevados del
reino; Jesús en la cruz, y los sacerdotes y príncipes judíos forzando al
gobernador romano para que hiciese su voluntad; Pablo encadenado y llevado a
sufrir la muerte de un criminal, y Nerón, déspota de un imperio mundial. {CV 9.3}
No sólo en la Biblia se encuentran estos ejemplos. Abundan en los anales
del progreso humano. Los valdenses y los hugonotes, Wiclef y Hus, Jerónimo y
Lutero, Tyndale y Knox, Zinzendorf y Wesley, y multitudes más, han dado
testimonio del poder de la Palabra de Dios contra el poder y el proceder
humanos que apoyan el mal. Estos constituyen la verdadera nobleza del mundo.
Constituyen su realeza. Los jóvenes de hoy día son llamados a ocupar sus
lugares. La
Educación, 248.* {CV 9.4}
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