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Exaltad a Jesús


Anotados en los registros del cielo, 10 de noviembre Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos. Efesios 2:19. https://ift.tt/3c0NM5A Los que se asocian íntimamente con Dios pueden no ser prósperos en las cosas de esta vida; a menudo pueden pasar por pruebas y aflicciones muy severas. José fue calumniado y perseguido porque decidió conservar su virtud e integridad. David, aquel siervo escogido de Dios, fue perseguido por sus malvados enemigos como si hubiera sido una bestia de presa. Daniel fue lanzado al foso de los leones porque se mostró fiel e inconmovible en su lealtad a Dios. Aunque a Job lo despojaron de sus posesiones mundanales y afligieron su cuerpo de tal manera que sus familiares y amigos llegaron a aborrecerlo, él conservó su integridad y su fidelidad a Dios. Jeremías hablaba únicamente las palabras que Dios colocaba en su boca, y su claro testimonio airó de tal manera al rey y los príncipes que lo arrojaron en una mazmorra repugnante. A Esteban lo apedrearon porque no dejaba de predicar a Cristo y éste crucificado. A Pablo lo encarcelaron, lo azotaron con varas, lo apedrearon y finalmente lo mataron, porque fue un mensajero fiel en llevar el Evangelio a los gentiles. El amado Juan fue deportado a la isla de Patmos “por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”. Estos ejemplos de inquebrantable confianza humana en la fuerza del poder divino, constituyen un testimonio para el mundo acerca de la fidelidad de las promesas divinas, de su constante presencia y de su gracia sustentadora. Mientras observa a estas personas humildes, el mundo es incapaz de discernir el valor moral que Dios les adjudica. Es una obra de fe reposar serenamente en Dios en la hora más sombría—no importa cuán severamente probada y azotada por la tormenta—, porque sabe que nuestro Padre está en el timón. Únicamente el ojo de la fe puede ver más allá de las cosas temporales y discernir el valor de las riquezas eternas. Un gran genio militar conquista las naciones y sacude a los ejércitos de la mitad del mundo, pero muere frustrado en el exilio. El filósofo que recorre todo el universo, tratando de descubrir las manifestaciones del poder divino para gozar de su armonía, a menudo no logra contemplar en esas maravillas la Mano que las formó a todas. “Mas el hombre no permanecerá en honra; es semejante a las bestias que perecen”. Salmos 49:12. El futuro de los enemigos de Dios no se ve iluminado por la gloriosa esperanza de la inmortalidad. Pero los héroes de la fe poseen la promesa de una herencia de mayor valor que cualquier riqueza terrenal: una herencia que satisfará los anhelos del alma. Puede ser que el mundo los desconozca y no los tome en cuenta, pero en los libros del cielo están inscritos como ciudadanos. La recompensa final de aquellos a quienes Dios ha hecho herederos de todas las cosas, será una grandeza exaltada, y un inagotable y eterno peso de gloria.—Testimonies for the Church 4:525-526.

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