En los Lugares Celestiales


La gracia de Dios transforma la vida, 15 de enero No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:7. La gran verdad de la conversión del corazón por el Espíritu Santo es presentada en las palabras de Cristo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo [o de lo alto], no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Juan 3:3-6.—The Review and Herald, 7 de julio de 1904. Es por la renovación del corazón como la gracia de Dios obra para transformar la vida. Ningún mero cambio externo es suficiente para ponernos en armonía con Dios. Hay muchos que tratan de reformarse corrigiendo este mal hábito o aquel mal hábito y esperan hacerse cristianos en esa forma, pero están comenzando en el lugar equivocado. Nuestra primera obra es dentro del corazón... La levadura de la verdad obra secreta, silenciosa, continuamente para transformar el alma. Las inclinaciones naturales son suavizadas y subyugadas. Son implantados nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos motivos. Se establece una nueva norma de carácter: la vida de Cristo. La mente se cambia; las facultades se despiertan para actuar en nuevas líneas. El hombre no es dotado con nuevas facultades sino que las facultades son santificadas. La conciencia se despierta. Las Escrituras son el gran instrumento en esta transformación del carácter. Cristo oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Juan 17:17. Si es estudiada y obedecida, la Palabra de Dios actúa en el corazón subyugando todo atributo no santificado. El Espíritu Santo acude para convencer de pecado, y la fe que surge en el corazón obra por el amor a Cristo conformándonos, cuerpo, alma y espíritu, a su voluntad. Un hombre ve su peligro. Comprende que necesita un cambio de carácter, un cambio de corazón ... El Espíritu de Dios está actuando en él ... Confiesa sus pecados a Dios... Procede en armonía con la obra del Espíritu y su conversión es genuina.—Ibid.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374