
𝐉𝐞𝐬ú𝐬 𝐞𝐫𝐚 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬, 𝟐𝟎 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 https://m.egwwritings.org/es/book/1748.2450#2450 𝐃𝐢𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐮𝐞𝐠𝐨: 𝐇𝐞 𝐚𝐪𝐮í 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐨, 𝐨𝐡 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐭𝐮 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝. 𝐇𝐞𝐛𝐫𝐞𝐨𝐬 𝟏𝟎:𝟗. La dignidad de Cristo como Maestro divino era de un poder superior a la de los sacerdotes y gobernantes. Era diferente de toda la pompa mundana, pues era divina. Hacía caso omiso a toda ostentación mundanal, y mostraba que consideraba los niveles sociales, fijados por la opulencia y el rango, como enteramente sin valor. El había descendido... de su alto puesto de comando para traer a los seres humanos el poder de llegar a ser hijos de Dios; y el rango terrenal no tenía el más mínimo valor para él. Podría haber traído consigo a diez mil ángeles si le hubieran podido ayudar en la obra de redimir a la raza caída. Cristo dejó de lado los hogares de los ricos, las cortes de la realeza, los renombrados centros de educación, y se estableció en un hogar humilde y despreciado de Nazaret. Su vida, desde el principio hasta el fin, fue de humildad y modestia. La pobreza llegó a ser sagrada por su vida de pobreza. No quiso asumir una actitud de formalidad que hubiera impedido a los hombres y mujeres de condición más modesta que vinieran a su presencia y escucharan sus enseñanzas... Ningún maestro honró de esa manera al hombre como lo hizo Jesucristo. Era conocido como amigo de publicanos y pecadores. Se mezclaba con todas las clases y sembraba la verdad en el mundo. En el mercado y la sinagoga proclamó su mensaje. Aliviaba toda suerte de sufrimiento, tanto físico como espiritual... Se entregó total y completamente a la obra de salvar almas... Mientras andaba “haciendo bienes”, la experiencia de cada día era una entrega de su vida. Sólo de una manera podía sostenerse esa vida. Jesús vivía en total dependencia de Dios y en comunión con él. Los hombres acuden de vez en cuando al lugar secreto del Altísimo, a la sombra del Omnipotente; permanecen allí por un tiempo, y los resultados se manifiestan en buenas obras; luego falla su fe, se interrumpe la comunión, y la obra de la vida se arruina. Pero la vida de Jesús fue de constante confianza, sostenida por una comunión continua; y su servicio para el cielo y la tierra no vio fracasos ni vacilaciones. Como hombre suplicaba al trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba con la corriente celestial que conectaba la humanidad con la divinidad. Recibía vida de Dios y la impartía a los hombres.
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