Las pruebas revelan la fe y el amor en el
carácter, 10 de marzo
Pero el fundamento de Dios está
firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos. 2 Timoteo 2:19. RJ 75.1
La abnegación, el sacrificio
propio, la benevolencia, la bondad, el amor, la paciencia, la fortaleza y la
confianza cristiana son los frutos cotidianos que llevan aquellos que están
realmente vinculados con Dios. Sus actos pueden no ser publicados al mundo,
pero ellos están luchando todos los días contra el mal, ganando preciosas
victorias contra la tentación y el error. Votos solemnes son renovados, y
cumplidos por la fuerza obtenida mediante la oración fervorosa y la constante
vigilancia. La persona ardiente y entusiasta no discierne las luchas de estos
obreros silenciosos; pero el ojo de Aquel que ve los secretos del corazón, nota
y considera con aprobación todo esfuerzo realizado con humildad y mansedumbre.
Es el tiempo de prueba el que revela el oro puro del amor y la fe en el
carácter. El celo perseverante y el afecto cálido de los verdaderos seguidores
de Cristo se desarrollan cuando vienen sobre la iglesia pruebas y
perplejidades... RJ 75.2
El humilde de corazón, que
diariamente ha sentido la importancia de unir su alma con la Roca eterna,
permanecerá incólume en medio de las tempestades de la prueba, porque no confió
en sí mismo... RJ 75.3
Un hombre sano, que puede
atender los trabajos comunes de la vida, y que va a sus tareas día tras día con
espíritu alegre y con una vigorosa corriente de sangre que fluye por sus venas,
no les llama la atención, a todas las personas con quienes se encuentra, sobre
la buena salud de que disfruta. La salud y el vigor son condiciones naturales
de su vida, y por lo tanto apenas tiene conciencia de que está gozando de tan
rico don. RJ 75.4
Tal ocurre con el hombre
verdaderamente justo. Es inconsciente de su bondad y piedad. Los principios
religiosos han llegado a ser la fuente de su vida y su conducta, y es tan
natural para él llevar los frutos del Espíritu, como es para la higuera
producir higos, o para el rosal dar rosas. Su naturaleza está tan completamente
imbuída del amor por Dios y sus semejantes, que hace las obras de Cristo con un
corazón voluntario. RJ 75.5
Todos los que entran en la
esfera de su influencia perciben la hermosura y la fragancia de la vida
cristiana, mientras que él mismo es inconsciente de ella, puesto que está en
armonía con sus hábitos y sus inclinaciones. Ora por luz divina, y le gusta
vivir en armonía con esa luz. Su comida y su bebida es hacer la voluntad de su
Padre celestial. Su vida está escondida con Cristo en Dios.—La edificación del carácter, 13-15. RJ 75.6
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