Jesús en el corazón, 13 de febrero
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean
perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los
has amado a ellos como también a mí me has amado”. Juan 17:23. CT 52.1
Enoc no sólo meditó, oró, y se colocó la armadura de la
vigilancia, sino que de implorar a Dios pasó a suplicar a sus semejantes. No
enmascaró la verdad para ganarse la estima de los incrédulos, descuidando así
sus almas. Esta estrecha relación con Dios le dio valor para realizar las obras
del Señor. Caminó con él y “tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. Este es
el privilegio de todo creyente hoy. El hombre habita con Dios y Dios establece
su morada con el hombre. “Yo en ellos, y tú en mí”, dijo Jesús. Andar con Dios
y tener el testimonio de que sus caminos agradan al Señor no es una experiencia
limitada a Enoc, Elías, los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires. No es
sólo el privilegio sino también el deber de todo seguidor de Cristo guardar a Jesús
en el corazón y llevarlo en su vida. Y ciertamente serán árboles que darán
abundantes frutos... CT
52.2
Cuántos a quienes se les han confiado talentos, medios e
influencia, han perdido de vista el Modelo, y han seguido las normas del mundo
en vez del ejemplo de Cristo. Hombres y mujeres que han sido bendecidos con
abundancia de dinero, mansiones y tierras, generalmente educan a sus hijos en
una vida de ociosidad y complacencia egoísta. De ese modo se incapacitan para
esta vida, y no se preparan para la vida futura e inmortal. Cristo ofreció un
ejemplo diferente. En su juventud, trabajó con su padre en el oficio de
carpintero, pero la juventud de nuestros días se educa creyendo que es el
dinero el que hace a la persona. El resultado de semejante educación se ve en
el orgullo, la vanidad, el amor a los placeres y las prácticas pecaminosas que
prevalecen en esta era de corrupción. CT
52.3
Dondequiera que haya abundancia de ociosidad, Satanás ha de
trabajar con sus tentaciones para estropear la vida y el carácter. Si la
juventud no se educa en el trabajo útil, ya sean ricos o pobres, han de estar
en peligro, porque Satanás encontrará empleo para ellos dentro de sus propios
designios. El joven que no sea protegido con principios no considerará el
tiempo como un precioso tesoro, un don que Dios ha confiado y del que todo ser
humano ha de dar cuenta. También el dinero es un don confiado por Dios. Y este
don no se ha confiado a los padres para que lo utilicen de un modo extravagante
gratificando el orgullo y arruinándose ellos mismos y a sus hijos, sino para
que sean medios destinados a beneficiar a los que padecen necesidad.—Manuscrito 43, 1900. CT
52.4
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